Si manejas o almacenas líquidos, las tarimas antiderrames son esenciales para evitar derrames y accidentes ambientales. Si lo que deseas es comenzar a usarlas, pero tienes dudas sobre si se adaptan a tus necesidades, si aguantan el calor o el frío, a continuación te explicamos, porque la temperatura a veces puede ser crucial para mantener las tarimas en buen estado.
Lo primero que debes saber es que la capacidad de una tarima antiderrame para soportar el calor o el frío extremo depende en gran medida de su material. Como la gran mayoría de las tarimas son de plástico o polietileno, es crucial entender sus límites para que no se deformen o fallen.

Tarimas antiderrame de polietileno de alta densidad
La mayoría de las tarimas antiderrames en el mercado están fabricadas con HDPE o polietileno de alta densidad, que ofrece una gran resistencia química y una buena durabilidad, pero puede tener ciertos límites de temperatura:
- Temperatura máxima de trabajo: Generalmente, las tarimas antiderrame de HDPE pueden soportar un rango de temperatura operativa que va desde los -30 °C hasta aproximadamente 60 °C o 65 °C.
- Punto de ablandamiento: Es importante saber que este material comienza a ablandarse o a perder rigidez si se expone a temperaturas superiores a los 80 °C o 90 °C. Si una temperatura está sobrecargada y se expone a temperaturas tan altas, podría deformarse.
Tarimas antiderrame ¿Soportan líquidos calientes?
Si la operación requiere almacenar o manipular tambos con líquidos a una temperatura elevada, antes necesitas verificar dos cosas con el fabricante, tal como la temperatura operativa de la tarima para que los líquidos no excedan ese límite. Nunca se deben colocar tambos hirviendo o muy calientes sobre una tarima de HDPE sin verificar las especificaciones.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es la capacidad de peso de las tarimas, si está cargada al máximo su resistencia a las altas temperaturas disminuye. Menos peso da un margen de seguridad térmica mayor.

Tarimas antiderrame en la cadena fría
El polietileno puede manejar bastante bien el frío, la mayoría de las tarimas antiderrames pueden trabajar sin problemas en congeladores o almacenes refrigerados, resistiendo temperaturas muy por debajo del punto de congelación. Aunque eso no significa que no puedan dañarse, con el frío el plástico puede volverse más rígido, lo que puede hacer que se agriete fácilmente ante impactos fuertes.
Al adquirir una tarima antiderrame consulta la ficha técnica del producto que vas a comprar, las temperaturas que soportan pueden variar ligeramente entre un fabricante y otro. Si la tarima va a estar al aire libre, busca modelos con resistencia UV.
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